por Luciano García
u otros

Un filosofo cualquiera

“¡¡¡CAMBIEN DE MAIL QUE LLEGÓ EL IDIOTA!!!”


(Sobre las sobras de la filosofía de Otro)

miguitas a Seba Vega,
que reclama que escriba mal



Soy un humorista de la filosofía, pero lo soy porque la detento y la uso en honor a mis humores. A mis humores de facto y de turno. Y cuanto más climáticos esos humores, mejor.

Escribo para ser otro del que soy, miserables y estimados lectores. Y juro que no sé quién soy, nunca nunca sabré quién soy, por más que intente leerlo en la cara de los otros. No sé quién soy pero estoy seguro de que éste no. Juro.

Pienso, luego escribo. Me piensan: soy.

Para falar (d)el goce y gozar (d)el falo en este mundotexto falogocentripetófugo (tecnoontoteocracia como le llama Laiseca, y antitecnontoteocracia a la vez) propongo un microesquizofascismo encargado.

Mantendremos, por seguir a nuestro Wagner Charly García –mi héroe, si alguna duda cabe, es la gran bestia pop- , el concepto de “filosofía barata” como un término medio entre el sofista (caro) y el metafísico (gratis). Operamos gratuitamente, pero pagamos por ello.

Quedarse sin crédito, tales las cosas, es un hecho sumamente frecuente en la vida permanente del Hombre-Celular de hoy. No poder llamar. Y para el conferencista emparedado, para el hombre que le habla a su pantalla como si fuera otra persona, lo es por igual. Así es de doble el solipsismo trágico del escritor filosófico cuyo hábitat es esta era doble de la sospecha y de las telecomunicaciones. La inminencia de quedarse sin crédito acecha en toda esquina, previsible y súbita.

Cómo ser nischeano es un problema, es todo un problema. Para los pocos lectores de Nietzsche que quedan, para los pocos que hacen algo de carne ética con lo que leen. El mundo, me dice un enemigo, está lleno de nischeanos de la boca para afuera de un lado, y de nischeanos de la boca para adentro de otro.

Los filósofos siempre deforman todo. Se le llama la muerte de Dios a la extinción de la aristocracia, a la usurpación y destrucción de una cultura, al nuevo – ya no tan nuevo, va llevando un siglo quizá – dominio omnímodo de la plebe capitalizada, a la alianza – posindustrial dicen los que ¿saben? – de, no el capital y el trabajo, como soñaron las buenas almas, sino de la plebe y el capital, la pampublicidad de lo bajo, la tranza universal de la plebe pobre y la plebe enriquecida llamada capital financiero transnacional. Dios sigue, es berreta, y careta.

Pensar- podríamos contrariar a Heidegger en este momento- es ser un desagradecido. Y la crítica (Blanchot exagerado) es el verbo del odio.

La literatura contemporánea es un culto de lo obtuso. Se regodea con lo obtuso (el “sentido obtuso”). Y – cuando la gracia y la suerte acometen – perpetra, por la vía de lo obtuso, una ascesis. La filosofía en cambio vive de la familiaridad con lo obvio. Tramita el pase de la obviedad del mundo sensible a la obviedad del mundo de las ideas. El colectivero que conduce en ese itinerario es el profesor. El filósofo-estrella, el vedetista, tiene por propósito – fugazmente posible en el mejor de los casos – perforar y acribillar momentáneamente las obviedades, de uno y otro mundo. La literatura por la vía de lo obtuso lleva de la vida ordinaria de lo obvio a lo extraordinario de un inefable, también fugaz en general.

Quizá ya hace mucho tiempo que la filosofía no enseña a morir, que no es como quería el Sócrates platoniano o el Platón socrático, una preparación para la muerte. Más frecuente es que sea un asalto a las fuerzas de la vida, lo contrario. Para aprender a morir se precisa algo más concreto, inmediato, porque la muerte es un instante, y su propedéutica un curso acelerado a distancia. Se precisa de la medicina, en todo caso, y la farmacopea. En las sociedades de exclusión, como le llaman a ésta, en las que muchísimos para una u otra cosa sobran y un grupo, bien que disminuido, sobra desde todo punto de vista, la asistencia positiva al suicida convicto debería ser una razón de Estado.

Es claro - sobre el desastre de saber, sobre los desastres del saber -que los Faustos filósofos de hoy o los filósofos fáusticos, no serán más que personajes de farsas o grotescos, sabios locos devenidos payasos de colectivo, subjetividades textuales cómicas. Los grandes Faustos actuales son biotecnólogos. Un filósofo puede deparar el desastre en la sique y el soma de un manojo de discípulos o lectores; pero un obrero calificado del estado biotecnológico, o de la empresa transnacional biotecnológica, lo podrá lograr corporativa y cuasigubernamentalmente, y sobre masas enormes de siques y cuerpos.

¿Con qué linterna se busca a los “anarcodeseantes”? Siempre me he creído Napoleón – soy un loco con retraso bibliográfico- (subdesarrollo mental-historiográfico) y mi tremendamente emperatriz es el orto del arte de mi locura. Sobre todo cuando anda con calzas de lycra.…¿El “deseo”?...es anarcofascista. ¡Oh esas pequeñas molaridades! Esas diminutas molaridades, atomizadas por todas partes…No me parece tanto ese “deseo de Ley” que canta el cantajismo macanista, sino, según me dicta mi experiencia en bibliotecas, internetes, canchas de fulbo, discos, claustros, navajazos de esquina con villeros, paseo esquizo-gondoleño por supermercados, o mi amicitia con petit-esquizos de barrio no internados por portación de padre piadoso y pequeñoburgués, deseo de norma – ol-fachón (allfachón) - a la vez que un deseo anarconeuroticón de violarlas y otro esquizoón que las ignora repele o desmorona. Y todo como en botica. Una cosa es profesar la anarcodeseancia como una especie de imperativo cantiano y otra creerlo como la facticidad de una práctica obsesivamente exhaustiva y abierta las 24 horas. Eso sí que es “Deleuze para principiantes”…

Una nueva figura común: la de un neojipi: el jipi reaccionario, fácil de encontrar en el rebaño de la estudiantina universitaria de los días que corren. Muy sauvage, muy loco, en vocabulario gestitos y vestuario, pero riguroso silente en cumplir con las oblicuas u oraculares demandas de la deidad “Mercado” o de las normaciones curriculares de las academias. Obedece sin que nadie se de cuenta mientras te forrea porque te cortaste el pelo así, o usás esta palabra asá. Milita una ética Club del Clan pero new age y de extrema izquierda. Es un irracionalista gestual de free time hasta que le toca el ejercicio de su profesión. Ahí no le toqués su institución porque llama a vigilancia. Camina a lo Charly García pero diagnostica a lo José Ingenieros. Aunque me odia, yo lo detesto. Somos amigos, hermanos. ¿Soy yo?

De pronto los cínicos se visten de licenciados seriorrigurosos y salen a hablar de las Madres de Plaza de Mayo. La democracia, el microfayismo de la opinión permanente. Y el fascismo sin facha, clan destino.

El radicalismo y el patos, o sea la privacidad de la filosofía, a juzgar por Rorty, lo opuesto al pragmatismo, también a juzgar por él. Filósofos del corazón: Rousseau cambiando el libro por el corazón de los hombres, Pascal con sus razones cardíacas…

El que no haya leído nunca con fruición y empatía Ferdydurke jamás comprenderá lo que es la Universidad. Esa es la hipótesis de trabajo. ¡Eso sí que es “el re verso del saber”!

Una de mis empresas juveniles fue fabricar muñequitos de Descartes de vidrio, para usar de florero, figuritas de filósofos, demás…



2005