por Luciano García
u otros

Del inoportunismo como política



Los -levemente- presentes recordarán a uno que hacía de malo en los textos marxistas, a un personaje de la época en que se publicaban con éxito editorial textos marxistas a rolete, y me refiero al •”oportunista”, figura de reparto pero significativa de las piezas de teatro del propio Marx. Hay que decir que, basicamente, el oportunista es el político per se, el político con política, el político sin metafísica, el político señeramente cairológico, diantre a combatir en el universo engañoso de la semiubicua alienación. 

Lo que hay que imaginar, en cambio, aquí propondremos, es la posibilidad de emergencia en un ágora cualquiera de otro personaje más bien al revés que se llamará entonces el inoportunista, y que puede venir, pienso, con o sin metafísica. Para el caso, da lo mismo. Un precedente de tal sujeto bocetado que registra la historia podría ser el pelado Sócrates, que según el albur platoniano, que según la propaganda de los folletos de Platón, vendría con metafísica incluida, ¡y qué metafísica! Ante todo aguafiestas, saboteador, el tábano de la ironía, pero al final moralista y santurrón, el primer, Platón Platón, gran conductor; pero hacia el mundo remoto de la Idea, al que uno llega sólo si sabe que estar vivo es vivir preparándose para estar muerto.

La tradición del “confusionismo deliberado” del más socrático de los socráticos nativos, el señor Fernández Macedonio, doctor, sintacta o gimnasta de la sintaxis inventor del barroco irigoyenista, según mienten algunos, podría ser un manual preciado para el inoportunista que queremos criar.

Débese entender la intervención como interferencia, intervenir como interferir, para poder propiciar esta política negacional del inoportunismo. Y a ese léxico, a no dudarlo, se deberán sumar neologismos de una eficacia ya harto comprobada, como “nesario” por “necesario” y otros tantos quizá menos filosóficos y por eso más inoportunos todavía. La atribución errónea, maniobra de prosapia borgeana, como se sabe, la lectura de Sócrates verbigratia, habrán de ser recursos insoslayables y a la orden del día en cuanto tanto fueren renovados con esta astuta pericia que sabremos conseguir como maquiavelistas no obstante simpáticos, con sempiterna risa a lo gobernador bonaerense.

Una pragmática y una semiótica del fursio serán pequeñas disciplinas de urgente confección y aprovechamiento que configurarán a la corta o larga nuestro acervo de oquedades de uso hebdomadario. Se hará del lapsus provocado un instituto de rigurosa eficacia, en procura en todo caso de hacer, como dirá nuestro líder, “del lenguaje un inconciente”, entendiendo que el eterno retorno de lo nimio será nuestra mochila de cosméticos, y el vocablo “nimio”, precisamente, saldrá de nuestras bocas como adjetivo comodín hasta encontrarle su inmediato equivalente en el inmediato lunfardo que gestaremos de nuestras lenguas urgidas y hurgadas, y de éste haremos acto continuo su caló y del tal su germanía presta. Y brindar por la salú de Heidegger, destacado wing izquierdo.

El acto político es un happening; esto estará comprobado. La barricada una instalación en las instalaciones del mitin. El piquete gramático será remunerado con aguinaldo incluso, palos de violencia silenciosa, o en todo caso no, en la ventana de cualquier repentina enunciación. Será nesaria la declamación portentosa de los abruptos hitos decalogados de nuestro sicopatológico manual de habladuría cotidiana. La laguna un ready-made. El boicot, además, es una ceremonia, y debe gozar de sus santos y efemérides. El lobby es un acto de amor y puede ser codificado para pedir la mano, en caso de tener que amputarlas, como es costumbre, a cualquier cualquiera que hiciera de presidente siempre y cuando deviniere previamente difuntado, occisado ora por una ordenanza natural ora por el desgaste de una célula política.
Ya es sabido que un posible más allá del platonismo invertido se lograría con la práctica repetida de la táctica “Chapulín Colorado” que es menos que surrealizar el silogismo alterar las premisas de los refranes que, habida cuenta de que la memoria es una invención, serán permanentemente recreados por payadores escribientes que chatearán las veinticuatro horas por telefonía celular G.S.M. con nuestro personal altamente capacitado en el arte de lo posible no podido ley basal de nuestro patrocinio del microemprendimiento de la disrupción comunicante. Hacer patria así, filosóficamente.