por Luciano García
u otros

Para hacer algo con los filósofos

Y POR UNA FILOSOFÍA PROFANA 
(desinteresada)



Pienso muchas cosas: los filósofos deberían dedicarse a escribir literatura, a hacer sicoanálisis o a hacer reportajes. A ayudar a la gente por la calle, cruzar ciegos de vereda. Comparar a Tinelli con Pettinato. Provocar imprevistos japenins en verdulerías. Recibir en sus casas sistemáticamente a los mormones hasta enloquecerlos con eficacia mayéutica provocando abdicaciones suicidos o éxodos de vuelta a sus patrias anglos. Que se les pague para eso no para hacer tesis sobre lo que no le interesó nunca a nadie – razonablemente – y menos que menos a ellos: Hegel y Kant. La filosofía debería estar escrita por gente que nunca haya estudiado filosofía en la universidad. O sea no por filósofos. Gente que de golpe se ponga a estudiar filosofía, o que la haya estudiado siempre de reojo y con miramiento. Los filósofos no leen. Una de las razones por la que hay que cerrar la universidad es porque la universidad no deja leer. Puchitos de fotocopia, resúmenes, clases que consisten en un tipo que repite con franciscana pobreza oral lo que se supone que ya se leyó en la semana; subrayados y subrayados y subrayados sin leer jamás. Gente que cree que porque leyó a Baudelaire y a Kafka leyó literatura, y eso es lo último que leyeron. Estando todo el día en clase no sólo no se puede vivir (ese es el mal peor, por cierto): no se puede leer. Ni hablar de escribir. El que no lee desde luego no escribe. Haber estudiado filosofía da gracia (ese sujeto suele aparecer como un gil, es un tipo que desprecia la urgencia del tiempo, que apremia a todos los demás mortales, horrorizados por la inminente falta de guita como Arlt); tener el don de la filosofía, por repetición de disciplina y cierto pequeño talento en lo abstracto, es una gracia, que se debe aprovechar pero de otros modos. Así como acá en Rosario los que estudian Comunicación Social (ese engendro bochornoso que diploma una ignorancia que Macedonio nunca hubiera ni vislumbrado) encuentran trabajo como zorros grises, inspectores de tránsito, los filósofos encontrarían innumerables tareas sociales domésticas, ciudadanas. Sus habilidades pueden encontrar destinos diversos en espacios de jurisdicción municipal, como los que ya cité o tantos otros. No se le puede pedir a los capitalistas que monopolizan los medios masivos de comunicación que empleen estudiantes de filosofía en sus radios diarios o canales porque ellos tienen derecho a hacer de ese culo suyo un pito cualquiera mientras estén en las de la ley, salvo que alterando una normalidad jurídica estaticemos total o parcialmente esas instituciones privadas que sin embargo configuran de una manera extraordinaria lo que todavía llamamos lo público confundiendo el espacio general del intercambio de bienes “simbólicos” de la “sociedad civil” (concepto para pensar las sociedades precámbricas) con la cosa pública donde el pueblo y sus representantes comparecen. Podrían salir de payasos en los colectivos narrando fábulas paradojales tipo la tortuga de Zenón junto con una estampita de Carnap o chistes filosóficos contando cómo un croto que se pajeaba en público mandó a la mierda al hombre más poderoso del mundo porque le tapaba la resolana al pararse al lado. Hay actos filosóficos; están a la espera de ser activados sistemáticamente por una institución desinstitucionalizante; eso es la filosofía, así se la podría definir, como una institución así. Obligada a desinstitucionalizar. Hay actos filosóficos. Textos filósoficos, ya sobran y no son más que oportunismo historicista. Cualquier estudiante mediocre – hoy soy optimismta - sabe usar la dialéctica como para entorpecer y conmocionar a un cidadano mediocre cualquiera. Hay que usarlos entonces para educar por la negativa, para provocar irrupciones de reales, sorpresas en la pastante vida de peatones y contribuyentes cualesquiera. Un comando repentino de espinocistas simulados podría entrar de golpe en un banco y murmurar en el oído de todos los presentes la teoría de la natura naturata. Les hablo a los intendentes progresistas, que creen en la democracia, en la educación del soberano, o los que todavía dicen creer, cuando lloran que son buena gente, en la teoría de la alienación. ¡Denle trabajo a esta gente para que haga de una vez algo útil! ¡Que cometan actos! ¡Que irrumpan en algo! ¡Que dejen de memorizar digestivamente! Si no saben pensar nada groso, o bien porque todo ya está pensado, cumplan tareas más modestas. ¡Salgan a la calle! Digánle a las rubias que reparten papelitos con fragancias que La Mujer no Existe, digánle Dudo de que Dudo a un colectivero en plena avenida a las ocho de la mañana colectivo lleno. A la revolución sólo la pueden hacer los filósofos. El problema es que nunca los hubo. Menos que menos acá, donde te aprueban Gnoseología si recitás completa la clase taquigrafiada de la seño. ¿Filósofos?...en el siquiátrico…



Luciana Fernández


Rosario, 20 de Junio.
Día de la bandera
3: 30 A.M, 4:00 A.M.



* Es cierto, la gente comenzaría a estudiar filosofía en la esperanza rápida de un laburito de ocupar estos cargos, sin el menor entusiasmo por los textos, aunque sea de un día, terminarían por no ganar nunca esas habilidades que se presumen en un adiestrado en filosofía término medio. Bueno, eso es lo que pasa en cualquier carrera…¿qué hacer?