por Luciano García
u otros

Parábola ideal de la ontogénesis del filósofo

(Lo obvio es el riesgo del trabajo filosófico. Lo atroz, vivió en su casa con él)




Lo Atroz y lo Obvio. Me hundí en lo Atroz siempre, a veces por inercia del destino pero otras por vocación, elección. Lo mismo con lo Obvio: es el riesgo del trabajo filosófico. Primero una vocación por la fuga del primer Obvio con el que se encuentra: la Caverna. El filósofo lo es si se siente y declara un habitante preso en la Caverna. Sin Caverna y voluntá de espiante, de raje a la Luz, no hay Filósofo ¿no? Es una instancia que se parece a lo que les pasa a los Esquizofrénicos. Esto se podría leer como una Parábola Ideal de la Ontogénesis del Filósofo. Voto por llamar Filósofo a un Hombre en Fuga. A un Gran Houdini. No sé si hace falta estar particularmente enfermo para ser Filósofo. Siempre me dio la sensación de que sí. Pero a cada cual, en el ejercicio de su arte, se lo juzga por sus obras o actos, no por su patología. Habrá gente originalmente alegre que jamás sintió habitar caverna alguna y que sin embargo deje a sus otros notorios residuos filosóficos mejores que los que un loquito como yo pueda dejar. Puede ser. No me consta. Me consta el patetismo. Pasión por la Filosofía, Filosofía por la Pasión. Macedonio fue Filósofo (él decía “Metafísico”; no le gustaba por lo general aquella palabra demasiado burocrática por aquella época para él) sólo por lo que llamó “Pasión”, y por amor a una Mujer. Un griego invertido. O sea: invirtió la inversión. Lucrecio se mató por una mina dicen. Oliverio Gutiérrez filosofa porque te desea, como los ingleses, que no desean nada, salvo tomar…te.
Es la Condición Humeana…

Sentido común, ideología dominante, bla bla bla. A la Caverna se la puede nombrar de muchas formas desde cualquier museo científico. Para mí se trata de un desclasamiento, no necesariamente tan épico como el que puede imaginar un dinosaurio marxista como esos que posaban por todas partes en aquella facultad que nosotros trashumamos de niños. El tipo se desubica, se descoloca, sale de quicio. El Filósofo por un momento realiza esta ilusión: hace de la Geschichte Historie. La Historia le da una patada en el culo y el tipo la mira como a una letra muerta y no como a un animal omnímodo que nos vive y se vive adentro de uno. Soy un romántico incurable: cursi. Soy más amigo del Asombro de los presocráticos que de esa Duda circunspecta que patrocinaron los modernos. Aunque Descartes (¡qué buen nombre! ¡Qué nombre ideal para un filósofo ejemplar encerrado en una habitación con esa parva de papeles suyos que ya son su cuerpo, materiales de descartes!), que fue el que la inventó, inventó un mito de puta madre que a los griegos por lo que parece no los hubiera impresionado del modo en que nos taladra a nosotros – aunque nos hagamos los sotas - , modernos enloquecidos, entontecidos, aburridos, (pos), y a nuestra ristra de ancestros herederos de René: el del Genio Malicioso, la Pesadilla del Solipsismo. Para los griegos (según los entendemos nosotros) ese argumento hubiera sido una parábola o una paradoja o un artilugio heurístico más entre todos los que al Logos se le pueden ocurrir. Entonces me corrijo: contra la Duda meramente metódica mantengo mi simpatía cursi y sentimental por el Asombro de tipos que se caían en los pozos día por medio o se zambullían a la boca de un volcán. Pero como soy un Hijo del Encierro (crecí con Videla y nací sin poder…) a ese sentimiento le adjunto mi pasión por el cuento cartesiano del Solipsismo, digno del impresionismo de un Poe. Obvio que Descartes fue el primer novelista del mundo.

Señaladas, contempladas, estas instancias: ¿no estamos ante lo Atroz y lo Obvio?

Sí.

Después el Filósofo se amaina, se vuelve un Doble del Esquizo. El Esquizo tiene sueños concretos. El Filósofo tiene sueños oníricos que sueña concretar. Es necesario – según mi experiencia - comparecer ante siquiatras regularmente para nacerse Filósofo. Pero no es viable, ni creo posible, una Filosofía en el Borda. El Filósofo se mantendrá al borde; pero la Locura está más allá de la Gramática, y la Filosofía no. La elastiza en el mejor de los casos, pero llega hasta Heidegger, que era medio Nazi no medio Loco. El tipo soñándose Rey arriesga ser Esclavo. Se sabe de quien hablo: del Divino. Es el Perón de los Filósofos. Quiere volver a la Caverna con un par de volúmenes bajo el brazo, así como las Niñas quieren volver Madres: la República y las Leyes. Ahí ya se parece más a un Padre que a un Esquizofrénico. Es un poco perversito ahora, y quiere un día sacar el látigo.

Las Cavernas se forman y deforman de un día para el otro en cualquier lado de la manera más imprevista. De pronto alguien apaga la Luz. La Academia se hace Caverna en cualquier momento en vez de ser la Empresa Provincial de la Energía. Seguirá pasando la factura pero… El Filósofo de antesdeayer pasadomañana es Troglodita. Empédocles había sido pez mina emperador de la India boligoma y no sé que más, pero cualquier día se convertía por ahí en un charlatán vendedor de prefabricadas. Es un riesgo que hay que correr. Porque lo Obvio es el riesgo del Filósofo. No es Poeta. No puede tener una manía histérica contra lo que no es nuevo. Está obligado a legislar de alguna forma su propio capricho. Las Academias, las Comunidades de Filósofos, viven de un Obvio pos Obvio o son el Borda. ¿Obvio, no? El Loco, en tal caso, no puede recordar lo Obvio. El Artista lo quiere y puede olvidar. Pero el Filósofo se atiene a un peligro: el Peligro de Olvidar lo Obvio. Ni aquel Obvio original de la Comunidad de Fobósofos, ni este Obvio artificial de la Comunidad de Filósofos. El Filósofo tiene que cagar a palos lo Obvio, cogerse lo Obvio, trenzarse y agarrarse de los pelos, putearlo y padecerlo. No puede (no debe) Repetir lo Obvio. Pero no puede (no debe) Olvidarlo. Ese Olvido, bueno o malo, balsámico o tarado, ya no es filosófico.



22 de Junio, 2005, madrugada
Rozarrio