por Luciano García
u otros

En caso de que hubiere un prólogo



Lo que sucede sucede, y sucede enrarecido. Hay que salir a cazar los sucedidos de la filosofía sin profesión. Captaciones de pasares de filosofía al margen de la no propiedad del nombre propio de sus curas y patrones de estancia, al costado de la rúbrica de los sujetos que ofician su oficialidad. Indiscriminadamente, el ejercicio y la delación de su tráfico y manipulación por las vías del terror; inscripciones vívidas o vividas de sus factecimientos eventuales en las clandestinidades de la cotidianidad y la intimidad. Su intimidación, los modos en que intimida.

A continuación presentaremos una hilera de textos que - como todo texto -, aunque compongan el conjunto de eso que algunos llaman lo simbólico, son reales, y eso es – al menos en este caso – lo que importa. Si son reales es porque fueron posibles. Eso es lo que importa, repito. Si fueron posibles es porque hay un sujeto o varios que los hicieron tales, y si estos sujetos hubieron es porque hay o hubo una subjetividad en general que les es ajena que los hizo posibles a ellos. No en el espíritu de la policía de la responsabilidad – esa derecha de la izquierda – ni en el espíritu de los difusores solapados de intimidades – esa siniestra de los diestros, ya que estamos -. Olvidemos por un momento a estos bandos en los que nos enrolamos – oh lector, fascista lector, hermano mío – todos nosotros de cuando en vez. Postulemos la facticidad, patenciemos la utopía, de que la texticidad ocurre de nadie a nadie, aunque lo que queda es el resto. Dicho esto por si las moscas; no queda más que la redundancia de confesar la íntima impersonalidad de lo escrito. Para la ley del texto, para la creencia en el texto, no hay sujetos, hay estados, estados de ánimo en estados de ánimas, auténticas posturas de impostores apostados en cuerpos inavistados. Hacer filosofía desde estados de ánimo – como quien dice – en vez de hacerla desde compromisos y responsabilidades, desde la clandestinidad de ciertos impulsos y enrarecidas contingencias. Como la literatura que, desde que se constató Kafka, es una especie de ejercicio de soltería intestina, ya que un filósofo puede también estar ni comprometido ni casado ni nada.

En la Argentina los filósofos se vuelven locos o profesores. Lidiar contra esto acá es más imposible que en otros poblados. Entre matema y poema entre mi madre y Poe o entre mate y mate, se intentará aquí una tercera posición, una tercera vía, un tercero incluido, a riesgo de no ser más que lo que somos: un loco en pose de profesor, un profesor en pose de loco.

Propongo un ejercicio párvulo, ingenuo – tierno en definitiva – de terror filosófico.

Al diablo con tener que hacerse cargo de lo que se escribe. ¡Escribe otro, no jodan más! Ya bastante con tener que hacerse cargo de lo que se dice. Aunque la carga es carga al fin, y uno carga, otra cosa es la responsabilidad, cuyo teatro hoy suele sentirse como una farsa de sartrismo; mala fe. Al carajo con la sofrosine, sobre todo cuando sabemos quienes son los que la promulgan. En mis peores momentos – en mis mejores – yo por ejemplo.

Si hoy en casi ningún lado un filósofo se soporta – y ni siquiera a sí mismo -, lo mejor será no serlo, pero no por eso privarse de la dicha pesada de escribir filosofía.

El lector filosófico, también como el literario, tiene la avidez y el gusto de consumir subjetividades distinguibles en estilos diferenciables; y también el morbo de consumir sujetos; pero no hay por qué regalarse. Me ocurre ser filósofo pero no las veinticuatro horas. Ni voy a la televisión a venderle a la filosofía mi rostro con DNI.

Notas de meteorología libidinal, suma de abortadas inminencias de conceptos y protocolos de puteadas en la cara del ausente. Filosofía de los sujetos que me ha tocado ser o no en las situaciones más insignificantes o no. Simulacros y acontecimientos, siempre tan indistintos, como solía decir un gombrolacaniano que era mi vecino o yo mismo.

O de por qué no soy yo quien habla ni tampoco quien calla.





11-1-6





A continuación anuncio la pronta publicación de mi “Suma Filosófica (Con los dedos)” donde reúno el compendio más elaborado y pedagógico posible del fruto de mi filosofar a lo largo de todos estos años, obra con la que aspiro a mi particular inmortalidad y al honor en vida de mi pueblo y humanidad toda. He dividido las temáticas por capítulos, correspondientes a todas las áreas del quehacer filosófico según yo lo entiendo.



SUMA FILOSÓFICA ¿Con los dedos?
Por Luciano García Todo



Cap. I

El tiempo que hace


Cap II

La última película


Cap. III

Las enfermedades de los chicos


Cap. IV

Los salarios bajos


Cap. V

Las vilezas del gobierno

Cap. VI

La actuación del equipo local de fútbol


Cap. VII

La televisión


Cap. VIII

Las vacaciones


Cap. IX

Las atrocidades lejanas y próximas


Cap. X

Los sinsabores de la escuela pública


Cap. XI

El último disco de un conjunto de hard-rock


Cap. XII

El mal momento por el que se atraviesa


Cap. XIII

Si hay o no demasiados inmigrantes


Cap. XIV

Los síntomas neuróticos


Cap. XV

Los éxitos en la institución


Cap. XVI

Las comidas ricas


Cap. XVII

La última lectura


Cap. XVIII

Las revistas donde encontrar por poca plata lo que se necesita


Cap. XIX

Los autos


Cap. XX

El sexo


Cap. XXI

El sol