(Nota a “¿Qué es la filosofía?” de Deleuze-Guattari)[1]
Da la sensación de que se entiende por qué Deleuze escribió lo que escribió como lo escribió cuando se lee lo que entiende por filosofía.
De acuerdo al concepto de Deleuze entendemos dos cosas: primero que nada lo que es la filosofía de Deleuze, a la que podemos equívocamente llamar ya que se trata de una especie de barroco del filosofema: conceptismo filosófico, y a la que percibimos como una especie de proliferación serial de volutas metafísicas. Y en segunda instancia lo que es no la filosofía en general del mundo, sino la filosofía francesa, a la que el pueblo docto nacional suele figurar como una suerte de heurismo erístico-dicharachero. Se entiende entonces, repito, lo que es la filosofía contemporánea francesa, que acaso encuentra en Gilles Deleuze su ejemplo y su exceso. Deleuze entiende por filosofía – es un chiste fácil pero es verdad- : a la filosofía de Deleuze: una “creación continuada de conceptos” (v. p. 14). Crear conceptos siempre nuevos, tal es el objeto de la filosofía dice.
Evidentemente es el objeto de la filosofía francesa y, sobre todo, de la filosofía francesa de Deleuze.
Si los argentinos tuvimos al “Existidor”, los galos legaron al mundo a su Insistidor. Esa cosa de la pulsión no de la conciencia, la insistencia, en la que tanto insistía Deleuze, encuentra su transustanciamiento en una estetiquética de la filosofía orientada a repetir novedades. Lo nuevo, como se sabe, primero se repite y luego se devela. Tengo para mí que un liceo hecho todo de deleuzes tendría un algo de mundo a lo Tlön.
Hacia los setenta Deleuze y su adalid coronaban la espantosa ensoñación freudomarxista de la mano de Friedrich Nietzsche y con la participación estelar de Antonin Artaud entre una pléyade de astros de la Paramount maudite de la cultura universal contemporánea. La mejor amalgama posible entre Freud y Marx – un ensueño horroroso que perseveraba de hacía mucho en multitudes de cabezas fáusticas del “saber” – obtenía un resultado insólito: el encomio del lumpen y el esquizo. Una traición perfecta y por partida doble. Nietzsche, no obstante, bajaba a la plebe para huir de ella. Esa “filosofía de la vida” mantenía todavía una cierta atmósfera-Marcuse pero promovía el retiro: un eremitismo itinerante: un aristoanarquismo. Así también Nietzsche era traicionado con hacerlo comparecer de vez en cuando en las revueltas y barricadas proimaginación o, junto a Lennon, en los fogones del free love. ¡Y todo de la mano de un docente universitario que vivía con su esposa y familia en un departamento!
De la afrenta al neurotiquismo del Antiedipo – veinte años antes – que promovía al esquizofrénico como modelo de masculinidad en contra de un sicoanálisis encaminado en general a negociar la neurosis de los accionistas – como cantaba Miguel Cantilo – llegamos a un encumbramiento de la histérica – modelo masculino del artista para el buen froidiano sañoso – dispuesta a avasallar el campo circunspecto de la filosofía, allí donde los esquizos encontraban un oficio y una institución para convivir como neuróticos de mérito y renombre entre mercancías editoriales y emolumentos estatales. Si con el esquizo Deleuze y Guattari reivindicaban a la filosofía repudiada y disimulada por Freud (que sólo a regañadientes reconocía su herencia paterna en Nietzsche y Schopenhauer) y sus multitudes de misioneros ecuménicos, con la filosofía restituían la dignidad afrentada de los esquizóideos apostrofados de narcisos regres autistones anales y demás imputaciones excusadas con una epistemología que nunca había aprendido – ni lo hará – la gran revelación de Herr Zaratustra: que todo juicio es un juicio de valor.
Se trata de la enseña nischeana del “filósofo-artista” – ahora un poco barroquizado, hay que reconocer – que encuentra un teorema metodológico para su quehacer, pasible de ser empuñado en las fronteras de las aulas de la universidad francesa. Contra la neurosis de los profesores y tecnólogos del monografema, la esquizohistérica del filósofo artista.
Agosto, 2005
[1] Gilles Deleuze y Félix Guattari, ¿Qué es la filosofía? Traducción Tomas Kauf. Anagrama. Barcelona. 1º ed. 1993 4º ed. 1997. Qu`est-ce qui la philosophie? (1991)